miércoles, 23 de abril de 2025

El viajero y los ciclos invisibles

Nació bajo un cielo que no eligió, en una tierra cargada de memorias antiguas, donde las voces del pasado hablaban desde los muros y los silencios pesaban más que las palabras.

Desde niño, el viajero sintió que el mundo no estaba del todo alineado. El colegio, que debía ser abrigo y curiosidad, se convirtió en una sala de espejos rotos donde la compasión escaseaba. Mientras otros jugaban al poder, él trataba de comprender el porqué de tanto ruido y tan poca alma.

Los años pasaron y el viajero entendió que muchas almas llegan a este plano sin un mapa claro. Algunas se arrastran heridas desde antes de nacer, otras las reciben como herencia sin firmar. Y en ese proceso, hay quienes se endurecen… y hay quienes, sin saberlo, se vuelven tierra fértil para la comprensión.

El viajero aprendió que no todas las familias son refugios; algunas son laberintos. Que los padres pueden ser montañas duras y a la vez fuentes de alimento. Y que hay heridas que no se ven, pero que pesan como anclas.

A lo largo de su camino, el viajero tuvo encuentros con jefes, figuras de autoridad, compañeros de paso. Algunos lo vieron como recurso, otros como amenaza, pocos como ser humano. Y eso lo empujó hacia la orilla, donde se refugian los que observan en silencio y aprenden a confiar en la brisa más que en las voces.

En ciertas noches, el viajero veía luces extrañas. Llamas que venían del cielo, como si la realidad se rasgara por un instante y dejara ver algo más grande. No eran advertencias ni milagros. Eran recordatorios: "Estás en el juego. Aún tienes piezas. Aún puedes mover."

Ahora el viajero camina con menos certezas, pero con más intuición. Sabe que no todo tiene explicación, y que la espiritualidad no solo está en los templos necesariamente, sino en las pequeñas acciones de equilibrio: cuidar de un animal, aceptar el cansancio sin culpa, decir no al ruido.

El viajero entendió, por fin, que no todos vienen al mundo a competir. Algunos vienen a recordar. Otros a sanar lo que no se pudo antes. Y unos cuantos, como él, sólo vinieron a caminar con dignidad en un mundo que olvidó lo que eso significaba.

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