miércoles, 23 de abril de 2025

El sello que protege el corazón

En un año de sombras,

cuando la energía pesaba como agua estancada en el pecho,
cuando la noche no terminaba y el cuerpo dolía sin razón,
algunas personas deciden marcar su carne con un símbolo antiguo:
la Estrella de Salomón.

No fue por estética,
ni por moda,
ni para que otros vieran.

Fue un acto sagrado.
Una plegaria sin palabras
escrita con tinta y aguja
a la altura exacta del corazón.

Así se buscará protegerlo del dolor,
de la enfermedad,
de lo invisible que hiere más que lo visible.

Y aunque el cuerpo se curó a su manera,
lo que vino después no fue calma…
sino apertura.

Desde entonces, las señales crecieron:
Luces rojas surcando el cielo como presagios navideños,
voces de familiares ya idos que susurraban mi nombre,
premoniciones que caían como relámpagos sobre mi conciencia.
Vi cosas que otros no ven.
Escuché lo que no debía oír.
Sentí el roce de otros planos en mi piel.

Pero no lo hablé con médicos.
Porque hay saberes que no se explican con bisturí ni receta.
Hay verdades que no caben en el lenguaje clínico.
Y hay puertas que solo se abren para el alma que está lista.

A veces me pregunto si esa estrella...
no fue también una llave.
Una contraseña.
Un llamado.

Hoy caminar con esa marca oculta,
no por vergüenza,
sino por respeto, es protección.

Porque no todos están listos para entender
que hay corazones que han sobrevivido a más de una muerte,
y que la locura, a veces,
es solo la lucidez de otro mundo.

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