martes, 20 de mayo de 2025

Tu peor enemigo puedes ser tú: dejar de compararte con los demás y empezar a mirarte a ti mismo

 

Vivimos en una era donde las comparaciones se han convertido en una rutina silenciosa. Abrimos una red social y vemos cómo otros muestran sus logros, sus viajes, sus cuerpos, sus supuestas vidas perfectas. En la calle, en la familia, en el trabajo, siempre hay alguien a quien mirar como referencia —o como amenaza. Así, sin darnos cuenta, empezamos a medir nuestro valor en función de los demás. ¿Y el resultado? Frustración, autoengaño, desánimo. Por eso, tiene tanta verdad ese dicho que dice: “el peor enemigo de uno es uno mismo”.

Cuando usamos a otros como espejo, olvidamos nuestra propia historia. No sabemos por lo que el otro ha pasado, qué sacrificios hizo o qué máscaras usa. Pero aun así, caemos en la trampa: “él ya logró tal cosa, yo no”; “ella tiene pareja, yo sigo solo”; “ellos tienen éxito, yo estoy estancado”. Esa voz interna que critica, que compara, que castiga, muchas veces no viene de los demás, sino de dentro. Y ahí es donde nos convertimos en nuestro peor enemigo.

Aprender a compararnos con nosotros mismos, en cambio, cambia el juego por completo. Ya no se trata de ser mejor que otro, sino de ser mejor que quien fuimos ayer. De mirar hacia atrás y ver que, aunque sigamos cometiendo errores, hemos crecido. Tal vez antes no entendíamos ciertas cosas que hoy ya comprendemos. Tal vez antes vivíamos desde la rabia o el miedo, y hoy intentamos al menos vivir desde la calma o la compasión. Y eso es progreso.

Compararte contigo mismo es tener una brújula propia, no prestada. Es aceptar que tu ritmo no tiene por qué ser igual al del resto. Que tus batallas no se ven en redes, pero son reales. Que quizás no te aplauden, pero tú sabes cuánto esfuerzo hay detrás de cada paso que das.

Este cambio de mirada no es fácil. Requiere observar tus pensamientos con sinceridad. Preguntarte de dónde vienen tus juicios. Escuchar tu voz interior, pero no dejar que te sabotee. Requiere también reconocer que a veces te has traicionado a ti mismo por querer agradar, competir o encajar. Pero nunca es tarde para volver a ti.

Cuando dejas de usar a otros como regla, empiezas a construir desde dentro. Te perdonas más. Te entiendes más. Y, poco a poco, en vez de enemigo, te vuelves tu propio aliado.

Porque al final, la única persona con la que vivirás toda tu vida eres tú mismo. Así que más vale tratarte bien, escucharte con cariño, y compararte solo con quien fuiste ayer, no con quien nunca fuiste ni serás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Del Imperio al Caos: Cómo la Falta de Consecuencias Destruye la Moral Social

Foto por Victor C. Hubo un tiempo en la historia en el que actuar con deshonestidad tenía un precio alto. Desde el Imperio Romano hasta el S...