jueves, 3 de octubre de 2024

Pequeña historia: El viaje de Matías: Un camino de resiliencia y búsqueda de propósito


Matías era solo un bebé cuando una caída de los brazos de su padre cambió para siempre el curso de su vida. No parecía gran cosa en ese momento, pero con los años, desarrolló una molestia en el hombro que, en 2003, mientras estudiaba Medicina en la universidad, empeoró. El dolor físico, junto con las presiones académicas y las ansiedades inherentes a su carrera, empezaron a pasarle factura. Estudiar Medicina, algo que inicialmente le apasionaba, se convirtió en una carga insoportable. Las constantes exigencias, sumadas a sus limitaciones económicas, lo llevaron a cuestionar si podría seguir adelante. Matías también se enfrentaba a la frustración de no poder invitar a su crush, a quien admiraba en secreto, debido a la falta de dinero.

Finalmente, con el peso de todo aquello, decidió abandonar sus estudios de Medicina. En un intento de reencontrar su camino, ingresó en una nueva universidad para estudiar Administración de Empresas, esperando que la estabilidad financiera llegara con un título más pragmático. Sin embargo, a medida que avanzaba en sus estudios, se dio cuenta de que la administración no despertaba en él la pasión que había esperado. Buscó consuelo en la Historia, esperando que una carrera que le permitiera explorar el pasado le ayudara a comprender mejor su propio presente. Pero tampoco fue así.

Los profesores exigían demasiado, y las materias parecían irrelevantes para su vida cotidiana. Matías, sintiéndose nuevamente desconectado, decidió dejar la universidad una vez más, esta vez con la determinación de encontrar algo que realmente le llenara.

En 2013, su hermana, Isabel, se graduó con honores de una prestigiosa universidad. Matías sentía una mezcla de orgullo y envidia; aunque amaba a su hermana, la comparación era inevitable. Isabel era estricta y a veces de mal humor, pero siempre entraba en razón y tenía un corazón bondadoso. La relación entre los dos era buena, pero Matías, en lo profundo, sentía que no cumplía con las expectativas familiares.

En 2014, comenzó a trabajar como freelancer, encontrando cierto alivio en esta nueva forma de empleo. Aunque el pago no era exorbitante, especialmente comparado con los salarios en otros lugares del mundo, para los estándares de América Latina era aceptable. Matías, sin embargo, no podía evitar pensar que, aunque ganaba más tiempo libre, su situación financiera era precaria. En 2017, fue despedido inesperadamente de su trabajo freelance, lo que lo dejó en una situación aún más incierta.

Pasó los siguientes seis años buscando un trabajo remoto, una fuente de estabilidad que le permitiera manejar sus condiciones de salud. A lo largo de su vida, había lidiado con fatiga crónica y una enfermedad que le diagnosticaron en su adolescencia. Sin embargo, a pesar de innumerables intentos, las oportunidades que encontraba no eran suficientes para proporcionarle la estabilidad que necesitaba. Había trabajado en la calle, pero las condiciones eran desalentadoras: jefes malhumorados, exceso de trabajo y falta de un sueldo fijo. Esto lo empujó a buscar alternativas en plataformas en línea, donde descubrió algunas opciones legales que pagaban, pero no lo suficiente.

Matías vivía con la frustración de saber que su vida no estaba completa. Su salud, aunque no era desastrosa, fluctuaba entre aceptable y regular. En cuanto al amor, el único que experimentaba era el que le brindaba su familia, una familia en la que todos parecían tener sus propias dolencias y luchas personales. Cada uno de ellos, sin embargo, tenía un propósito, y eso los mantenía unidos, apoyándose mutuamente en medio de las dificultades.

Isabel, su hermana, aunque era justa, a veces resultaba demasiado estricta. Pero su buen corazón siempre prevalecía, y Matías sabía que podía contar con ella. Aun así, sentía que algo faltaba. La desesperación por su situación económica, las limitaciones de salud y la ausencia de una pareja que le brindara el amor y la estabilidad que anhelaba, lo empujaban a buscar algo más, algo que le diera paz.

Lo que Matías siempre supo, incluso desde sus días de universidad, era que la vida no era fácil cuando uno no tenía resueltos los tres pilares fundamentales: salud, dinero y amor. A lo largo de los años, había aprendido a buscar en las cosas sencillas la satisfacción que la vida no le ofrecía en otros aspectos. Se permitía disfrutar de pequeños momentos: una conversación tranquila, un paseo al aire libre o una buena lectura. Esos momentos, aunque breves, le proporcionaban un sentido de calma en medio de las dificultades.

Aunque la vida de Matías estaba llena de obstáculos, nunca dejó de buscar. Sabía que la vida era dura, pero su curiosidad y su deseo de encontrar un propósito lo impulsaban a seguir adelante. No se conformaba, siempre esperaba encontrar algo que le ofreciera un equilibrio entre la seguridad y el amor que tanto anhelaba.

El miedo que Matías había desarrollado desde su infancia, aquella caída que había marcado su vida, no solo había afectado su hombro, sino también su confianza. Pero, a pesar de todo, no dejaba que ese miedo lo paralizara por completo. Seguía adelante, buscando nuevas oportunidades y soñando con una vida más tranquila. Su vida seguía un curso incierto, pero su espíritu de lucha y su deseo de superación eran más fuertes que cualquier obstáculo.

Al final, lo que Matías buscaba no era la perfección, sino un lugar donde pudiera sentirse en paz consigo mismo, con su vida y con las circunstancias que le habían tocado. Sabía que la vida era una mezcla de altos y bajos, y estaba decidido a encontrar su propio camino, uno que, aunque no fuera perfecto, le ofreciera la tranquilidad y el amor que tanto deseaba

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