El Perú está atravesando una de las crisis más graves de los últimos tiempos: la creciente ola de violencia y criminalidad que ha golpeado tanto a Lima como a regiones del interior del país. A pesar de los esfuerzos por parte de las autoridades, el aumento del crimen organizado, la extorsión y los homicidios diarios ha llegado a un punto insostenible, sobre todo en las zonas donde la presencia policial es prácticamente inexistente. Esto plantea una necesidad urgente de una respuesta más firme y estructurada por parte del gobierno, similar a las medidas que se han implementado en otros países como El Salvador bajo la presidencia de Nayib Bukele.
El problema no es solo la violencia en sí, sino la falta de una estrategia clara y contundente para enfrentarla.
La restructuración de la fiscalía y empoderamiento de la misma, así como sacar a todo rojo que drene las fuerzas de la institución serían buenas ideas para aplacar la inseguridad ciudadana. No solo se trata que trabajen y pongan orden la fuerzas de seguridad, el aparato de justicia debe trabajar fino también.
Las fuerzas de seguridad se concentran en determinadas zonas mientras que otras quedan completamente desprotegidas, creando un ambiente propicio para el crimen. Las autoridades parecen no percatarse de la gravedad de la situación, ya que en algunos distritos más resguardados la violencia se siente menos. Sin embargo, en muchas otras zonas del país, los peruanos viven un día a día de terror y extorsión. Los pequeños y medianos empresarios apenas pueden continuar con sus negocios bajo la constante amenaza de bandas criminales. Si no se toman medidas urgentes, esto podría colapsar el ya frágil tejido social y económico del país.
Un Enfoque Más Firme y Eficaz: Inspiración en el Modelo de El Salvador
En El Salvador, el presidente Bukele ha demostrado que una política de mano dura puede reducir drásticamente los índices de criminalidad. Su enfoque ha sido claro: no permitir que los criminales tomen control de las calles. Esto ha requerido el despliegue constante y visible de las fuerzas de seguridad, tanto policía como ejército, en las zonas más afectadas por la violencia. El Perú necesita adoptar una estrategia similar, con un enfoque firme y decidido. El uso de cámaras inteligentes, controles rigurosos en las fronteras y el despliegue diario de las fuerzas armadas en las zonas de mayor incidencia delictiva son medidas que pueden empezar a reducir la criminalidad.
La presidenta Dina Boluarte debe comprender que estamos enfrentando lo que podría considerarse una forma de "terrorismo urbano". Aunque este término puede sonar alarmante, es la realidad que muchos peruanos están viviendo. El estado de inseguridad ha llegado a un punto tal que ya no se puede hablar de delitos comunes, sino de una guerra constante contra bandas organizadas que no solo cometen crímenes aislados, sino que operan con impunidad, desafiando la autoridad del Estado. Ignorar esta realidad es permitir que el país siga cayendo en un espiral de violencia que afectará no solo a los más vulnerables, sino a toda la nación.
La Necesidad de Acciones Inmediatas y Sostenidas
Una de las grandes fallas en las actuales estrategias de seguridad es la falta de constancia. No basta con operativos esporádicos o despliegues puntuales de fuerzas de seguridad. Es crucial que el patrullaje y la presencia policial y militar en las calles sean constantes, especialmente en aquellas zonas donde la violencia y la extorsión son más frecuentes. Los operativos deben durar todo el tiempo que sea necesario para devolverle la tranquilidad a los ciudadanos. La idea de sacar a las fuerzas armadas a patrullar diariamente no debe verse como una medida temporal, sino como una solución a largo plazo que disuada a los criminales de seguir operando con impunidad.
Otro punto clave es el control fronterizo. En muchas zonas del país, la entrada de criminales extranjeros ha incrementado la sensación de inseguridad. Es fundamental implementar controles más rigurosos en las fronteras y no permitir el ingreso de personas con antecedentes delictivos. Esto también se puede complementar con una mejor tecnología, como el uso de cámaras inteligentes que puedan identificar y monitorear actividades sospechosas en tiempo real.
Una Llamada a la Presidenta: Escuchar al Pueblo para Salvar al País
Finalmente, si no se toman medidas drásticas y eficaces, el descontento popular solo seguirá en aumento. Los ciudadanos ya están al borde de la desesperación, y no sería sorprendente que en poco tiempo veamos paros y protestas a nivel nacional, no solo por el aumento de la violencia, sino también por la inacción del gobierno. Un paro prolongado, que incluso afecte el suministro de alimentos, podría ser el único recurso para hacer que el gobierno reaccione ante esta crisis. Esto no es un llamado a la violencia, sino una advertencia de que la paciencia del pueblo tiene un límite.
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Fear of the dark -- Iron Maiden
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